Las claves están en el interior

Un día de primavera, sobre las ramas de los árboles de un gran bosque, una lechuza se encontró con un búho sabio. 711dbf8e82409b8824052f30488d60ae

– ¿A dónde vas?- preguntó el búho.

– Me estoy mudando al este- contestó la lechuza.

– ¿Por qué?- preguntó el búho.

– La gente de aquí es estúpida y vulgar. No le gusta mi graznido y, a causa de ello, no tengo más que problemas con todo el mundo que conozco – replicó la lechuza- por eso quiero trasladarme.

El búho sabio respondió:

– Si quieres cambiar tu voz, estará muy bien. Pero aunque te vayas al este o al oeste dará lo mismo, porque a la gente de allí tampoco le gustará. Acuérdate, querida, que por más que cambies y sustituyas en el exterior, tu graznido te perseguirá, ya que.

LAS VERDADERAS CLAVES DEL CAMBIO ESTÁN EN EL INTERIOR

Extraído del libro: Cuentos para aprender a Aprender. José María Doria

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Cielo e Infierno

Érase una vez, en un lejano reino de Oriente, que se encontraban dos amigos cuya curiosidad y deseo de saber acerca del Bien y del Mal los hizo un día dirigirse a la cabaña del sabio Lang con ánimo de interrogarle.Cielo e Infierno

Una vez en su interior, y junto con otras gentes allí reunidas, preguntaron al sabio:

– Dinos, anciano, ¿qué diferencia existe entre el Infierno y el Cielo?

El sabio contestó:

– Veo una montaña de arroz recién cocinado, humeante y sabroso. A su alrededor hay muchos hombres y mujeres famélicos y hambrientos, víctimas de expectativas y frustración. Sus palillos son más largos que sus brazos y por ello, cuando prenden el arroz, no pueden hacerlo llegar a sus bocas ansiosas.

Un rumor irrumpió entre los allí reunidos…

Más tarde, el sabio prosiguió y dijo:

– Veo también otra montaña de arroz recién cocinado, humeante y sabroso. A su alrededor hay muchos seres humanos alegres y sanos que sonríen con satisfacción y benevolencia. Sus palillos son también más largos que sus brazos.

Sin embargo, han decidido darse la comida los unos a los otros.

Extraído del libro: Cuentos para aprender a Aprender. José María Doria